El Belvedere de la
Filosofía
Por Fabián López Peralta *
La dignidad del viejo botellero
A propósito de haber visto a un “reciclador
urbano”desestimar algunas botellas de vidrio, mientras se entregaba a la
clasificación minuciosa. Me acordaba de los viejos botelleros que en los años
´60 y ´70, con voz aguda, gritaban “boootelleeee…!” invitando a los vecinos, y
a mí en especial, a juntar cuanta botella encontraba y así poder hacerme de
unas monedas. Porque sí, estos hombres las compraban, a precios bajísimos, moneditas,
pero ellos las compraban. No sentían que alguien les regalaba algo dándoles
automáticamente la condición de deudor, deudor de dignidad.
¿La dignidad es atributo o sustancia? La filosofía se encarga de hacer preguntas,
quizás por ello me atrae tanto y nunca encuentro respuestas.
Diógenes de Sínope era un linyera, un vagabundo. Quizás hoy
en día lo hubieran enrolado en alguna clase de eufemismo conque nos endulzan
los oídos los “referentes” de estos tiempos. Fue un cultor de la corriente de
pensamiento llamada de los Cínicos, fundada por Antístenes.
Respecto del nombre de la corriente, es curioso su origen
porque en principio los caracterizó el lugar, Cinosarges (perro blanco), que era
el pórtico en donde impartían sus enseñanzas. Pero luego fue la actitud, la de los perros, entiéndase:
trotamundos, fiel, poco sueño y vigilia constante, marcación de territorios
nuevos, las características que identificaron a estos filósofos, los cínicos,
en nuestro idioma sería lo “referido al perro”, los perrunos, digamos.
Para esbozar una pintura de este hombre, Diógenes,
recordemos que cierta vez, cuando en una de sus aventuras fue apresado y
llevado en un barco de esclavos, cosa frecuente en aquel mundo griego antiguo, llegado
a la ciudad y al momento de ser subastado, gritó con fuerza “¿Quién necesita un
amo?, yo sé mandar”.
Lógicamente, despertó el estupor en algunos de la plaza
pública, pero la admiración en otros. Uno de estos lo compró y luego lo liberó
para que fuera su maestro de pensamiento, rol que desempeñó durante largo
tiempo.
Esta pincelada está repleta de concepto. Con aquella frase
instaló un quiebre, un paréntesis, atributos estos, de la filosofía. Los
cínicos proclamaban que más importante que la vida en sí, era el saber vivir.
Marcaban su doctrina el desapego, la sencillez y la lengua filosa, porque no se
callaban nada.
Quizás sea posible una vida mejor, un mundo mejor, si
empezáramos todos a tomarnos el tiempo para observar, pensar, y si es
necesario…ladrar, en estas ágoras modernas.
Escuchá a Discépolo.....
"Cuando estén secas las pilas de todos los timbres
que vos apretás.
Buscando un pecho fraterno para morir abraza'o
Cuando te dejen tirao después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado se prueban la ropa
que vas a dejar.
Te acordarás de este otario que un día, cansado
Se puso a ladrar."
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